BELÉN DIEGO | 12.09.2019 – 12:16

Un informe elaborado por The Economist Intelligence Unit (EIU) muestra que solo Francia y Bélgica están por delante de España en cuanto a retraso en el acceso a nuevos medicamentos para el cáncer de pulmón, con 536 y 413 días de plazo entre la aprobación de una terapia y su disponibilidad. El promedio en España es de 395 días.

Los retrasos son menores en Noruega (389 días), Polonia (318 días) y Suecia (281 días). El país en el cual la transición dura menos es Reino Unido, con 124 días de media.

La consultora ha dado a conocer durante el Congreso Mundial de Cáncer de Pulmón que acaba de celebrarse en Barcelona cinco recomendaciones para poner en marcha políticas que mejoren la atención sanitaria en cáncer de pulmón en Europa: el diseño de planes nacionales, las mejoras en el acceso a la innovación, la detección precoz, la participación de los pacientes y la lucha contra el estigma.

El estudio, titulado ‘Respirar en una nueva era: un análisis comparativo de las políticas de cáncer de pulmón en Europa’, y que ha contado con el apoyo de MSD, analiza las iniciativas públicas en la materia en 11 países: Austria, Bélgica, Finlandia, Francia, Holanda, Noruega, Polonia, Rumanía, Suecia y el Reino Unido, además de España.

En el apartado de planes estratégicos contra el cáncer, los autores observaron que, aunque diez de los once estados incluidos contaban con ellos, sólo seis habían sido actualizados en los últimos cinco años. Además, solo uno tenía un plan específico para cáncer de pulmón.

En las guías clínicas que se utilizan como referencia se echan en falta rutas de referencia claras, tiempos e indicadores de calidad de la asistencia. En la mayoría de los países o hay instrucciones detalladas sobre programas de cribado, rutas de asistencia rápida para el diagnóstico y la transición de los pacientes con cáncer de pulmón a servicios de atención especializada. Asimismo, la participación activa de los pacientes en los procesos de adopción de decisiones que les afectan, incluyendo la evaluación de tecnologías sanitarias (HTA) es otra asignatura pendiente en seis estados.

Por otra parte, los autores del análisis consideran que es necesario sumar a las campañas contra el consumo de tabaco iniciativas educativas para combatir el estigma que acompaña a esta enfermedad.

Acceso a la innovación y acuerdos de riesgo compartido

Otra de las ideas clave es que los estudios histológicos del tejido tumoral y las terapias innovadoras deberían estar al alcance de todos los pacientes.

Aunque las pruebas para identificación de biomarcadores constaban en las guías clínicas de todos los países estudiados, solo cinco de ellos incluyen en los servicios sanitarios públicos o reembolsables los biomarcadores más usados: ALK, EGFR, ROS1 y PD-L1.

Christian Sellars, responsable de política en la división mundial de oncología de MSD, uno de los ponentes en la presentación del estudio, declaraba que los acuerdos de nueva factura, como los acuerdos de riesgo compartido, para la aprobación de nuevos medicamentos oncológicos constituyen una estrategia muy útil a la hora de mejorar el acceso de los pacientes a las terapias más innovadoras.

“Debemos facilitar el acceso a la innovación estudiando qué tipo de acuerdos nos permiten, con la evidencia clínica necesaria para su empleo, evitar años de análisis y evaluación cuando la comunidad médica ya ha llegado a la conclusión de que son la mejor práctica clínica”, afirmó.

A esta consideración añadía que es necesario reconocer que, a medida que la población de pacientes aumenta, es de esperar que las autoridades sanitarias o los pagadores se enfrenten a la incertidumbre de cómo afectará eso a su sostenibilidad. Los acuerdos de riesgo compartido son, a su entender, una buena forma de compartir esa incertidumbre.

También se refirió a las aprobaciones para indicaciones múltiples “que ya se han puesto en marcha en Bélgica y Dinamarca” como ejemplos de éxito por haber contribuido a que los pacientes tuvieran un acceso ágil a nuevos tratamientos para el cáncer de pulmón.

Del mismo modo, valoraba que hay una “cierta resistencia” entre los políticos a abordar la cuestión, pero que la comunidad científica, los pacientes y la sociedad pueden contribuir al debate para que se tome conciencia del enorme peso del cáncer de pulmón en la salud pública.

Para Mary Bussel, de The Economist Intelligence Unit, es determinante que los hallazgos del estudio sean un motor para mejorar la atención.

En la elaboración del informe han participado los españoles Alfonso Aguarón, representante español en la organización Lung Cancer Europe (LUCE) y Pilar Garrido, jafa de servicio de tumores torácicos del Hospital Ramón y Cajal. En los grupos de trabajo se contó además con otros siete expertos nacionales.

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